Aperitivo de nuevo, ensalada de arroz cocido en agua de mar para comer, y empiezan las preocupaciones; Domingo, no sabemos si por timidez o por que Maite lo ha dejado extenuado, no nos come nada.
Tiramos los restos por la borda y estaremos atentas a la próxima edición del Pausanias, por que como le hayamos dado a Poseidón en la cabeza con el casquete de sandia, era casi del tamaño de medio globo terráqueo, nos vamos a enterar.
Recogemos el tenderete y rumbo a Paros por el camino vemos marsopas; la vista del pueblico a la llegada enmarcando la bahía a lo lejos es de postal, empiezan las lecciones de navegación y me estreno soltando el ancla.
Tiramos los restos por la borda y estaremos atentas a la próxima edición del Pausanias, por que como le hayamos dado a Poseidón en la cabeza con el casquete de sandia, era casi del tamaño de medio globo terráqueo, nos vamos a enterar.
Recogemos el tenderete y rumbo a Paros por el camino vemos marsopas; la vista del pueblico a la llegada enmarcando la bahía a lo lejos es de postal, empiezan las lecciones de navegación y me estreno soltando el ancla.
Bien endomingadas, aunque suene fatal, vamos a dar una vuelta, el sitio es precioso, y a cenar al Karavolos. Todo riquísimo aunque un poco pasado de ajo, y mira que a mí me gusta, y la Maria y Theodoris auténticos; aunque en este viaje no estamos muy bailonas acabamos bailando entre las mesas, y el anfitrión está tan entusiasmado que rompe un plato dándonos un susto de muerte. Dormimos como marmotas, un pequeño paseo por el pueblo y a triunfar, bueno por lo menos eso dicen unas cuantas pero no tenemos por costumbre ir a comprobarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario